lunes, noviembre 20, 2006

Angeles y Demonios

Caen truenos y centellean relámpagos del autoproclamado Dios del Olimpo Acuaristico, o quizás, sea un Dios caído a las profundidades del Averno Acuaristico.

Si tuviéramos que pensar en algún lugar para situar el Olimpo Acuaristico tendríamos que hacerlo en una soleada cresta arrecifal repleta de preciosos corales y rutilante de colores como el mas grandioso calidoscopio natural que uno pueda imaginar.

Del mismo modo el Averno Acuaristico tendríamos que situarlo en las profundidades del mar, allí donde no llega la luz y solo existen los colores cuando se consiguen de forma artificial. Si hubiera un Dios caído no seria mas que el Diablo que habita en aquellas profundidades marinas.

La tormenta va creciendo y las densas nubes no dejan ver el horizonte que existe mas allá. Los truenos resuenan ensordecedores tratando de acallar las voces de aquellos que claman justicia y un trato justo.

El acuarismo en pleno cae presa de este enviado del abismo, de este Diablo surgido de las profundidades del mar. La afición esta sumida en la esclavitud impuesta por esta criatura que tras de sus zalameras intenciones y desde sus decorados pulpitos no persigue otra cosa que el control total y absoluto de la afición y los aficionados.

El futuro se presenta aciago porque el Diablo que surgió del Mar no cabalga solo. Se acompaña de sus cuatro jinetes y de una legión de sectarios convertidos a su causa, engañados con falsas promesas de imposible cumplimiento. Cada vez son mas, ya casi son legión y este Diablo, este Dios caído, se jacta de ello arengándolos a la lucha sin cuartel contra todo aquel que no comulgue son sus dogmas.

Pero allí donde parece que no hay lugar para la discrepancia, allí donde toda disensión es acallada, justo cuando parece que las fuerzas del Diablo que surgió de las profundidades van a triunfar. Justo entonces surgirán simples mortales que plantaran cara y dirán BASTA. Gente simple que con su buen hacer se levantara una y otra vez por más que la horda demoníaca las empuje y pisotee. Gentes que harán de su voz un grito que acallara los truenos de la bestia y la volverá a mandar a las negras profundidades de donde surgió, donde el único consuelo que le quedara será el de ver los reflejos artificiales de los colores que todos los demás disfrutaremos cuando salga el sol tras la tormenta.

Dedicado a un Amigo y un Gran Profesional.

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