miércoles, noviembre 15, 2006

Una historia fantastica pero veridica

Hoy, un día como otro cualquiera, tocaba dar de comer a la anémona del refugio de algas. No es que siga una rutina muy estricta con su alimentación, pero desde que me acepta los trozos de gambas peladas como que le voy dando cada varios días un trocito.

Resulta que hoy por razones que no vienen al cuento tenia un choco o sepia, pescado en la costa, listo para guisarlo mañana con patatitas. Así que me dije, este tentáculo tan largo se lo doy de comer a mi anémona que, al fin y al cabo, también es de la familia.

Dicho y hecho, corte el tentáculo y lo dividí en tres partes ya que era demasiado largo para dárselo de una vez. La anémona se comió uno de los trozos y mientras esperaba para darle el segundo plato decidí que con el tercer trozo podía hacer unos trocitos mas pequeños, como de cinco milímetros, mas o menos, y darle un plato de comida a algún coral del Reef.

De modo que decido distribuir los trocitos entre una herpolita limax y una cinarina lacrimalis.

Antes de darle de comer a los dos corales distribuyo algo de comida en copos por el acuario con el objetivo de calmar algo el nerviosismo de los peces al introducir la comida para los corales y, también, para estimular un poco a los corales al olor de la comida.

La herpolita mide unos 30 x 7 centímetros y a lo largo de todo su diámetro mayor están distribuidas una docena de pequeñas bocas. Por lo tanto decido darle un par de trozos que rápidamente son conducidos por la maraña de tentáculos hacia sendas bocas que se hincha y abre al mismo tiempo para recibir el apetitoso bocado.

Ahora le toca el turno a la cinarina lacrimalis. Esta tiene una sola boca en el centro rodeada por una anillo de tejido rojo con iridiscencias verdes de unos ocho centímetros de diámetro. Este anillo esconde una corona de tentáculos que esta replegada bajo el.

Aun no esta muy estimulada y tiene la boca cerrada, así que decido mover el trozo de comida rozándole la boca para que la abra un poco y dejarlo caer allí. Pero una torpeza mía hace que se escape el trozo de comida y la corriente se lo lleve medio metro mas allá del coral.

así que decido darle otro trozo y desechar el que ahora yace sobre la arena a cierta distancia. Ahora ya tiene la boca casi abierta así que le doy un trozo de un par de centímetros y lentamente se lo traga para pasar a digerirlo.

Con la tarea cumplida decido dirigir mi atención al trozo de choco que salio volando y pillarlo antes que pase a engrosar la cadena de atos de mi acuario. Pero cual es mi sorpresa cuando veo que ya no esta allí.

Una rápida inspección resuelve el misterio dejando al descubierto al culpable del robo, que no es otro que un cangrejo mitrax sculptus de unos tres centímetros de caparazón. A lo sumo siete centímetros de la punta de una pata peluda a la otra.

El interfecto corretea a cobijarse detrás de una symphilia verde, con su botín bien sujeto entre las dos pinzas a la vez que prendido de la boca. Parece ser que aun siendo unos excelentes vegetarianos y aun mejores jardineros, no le hacen asco a un buen filete de carne. Aunque esta sea de choco.

Pero cuando el ágil ladronzuelo se las promete muy felices dando cuenta de su botín, justo por detrás de el y algo mas arriba, de un hueco entre las rocas, empiezan a asomar unos tentáculos verdes que pertenecen a una ophioderma squamosissimus con un disco corporal de unos cuatro centímetros de diámetro y unas patas de unos diez centímetros de longitud. Las patas de la ofiura se mueven de forma frenética, al olor de la comida, batiendo en todas direcciones y acercándose cada vez mas al incauto ladronzuelo.

Cuando el cangrejo se da cuenta de la presencia de una de las patas de la ofiura intenta emprender la huida con su botín, pero ya es tarde porque detrás de la primera pata, cuya punta esta enrollada alrededor de una de las pata del cangrejo, sale disparado el cuerpo de la ofiura seguido de sus otra cuatro patas.

El drama esta servido y por un momento no se distingue ni cangrejo ni ofiura. El caparazón del cangrejo esta oculto tras el disco que conforma el cuerpo de la ofiura. Por los lados del cuerpo de la ofiura asoman las patas peludas del cangrejo de modo que parecen unos apéndices del cuerpo del equinodermo. Las patas de la ofiura se enroscan como serpientes alrededor de las patas y el cuerpo del crustáceo con movimientos espasmódicos intentando de arrebatarle a este el trozo de comida que aun tiene prendido de su boca y protegido por sus dos poderosas pinzas. De tal suerte que las dos criaturas parecen una sola fundidas en una especie de estertor nervioso, convulsionándose a la vez que se desplazan de modo errático en todas las direcciones posibles.

Por un instante la ofiura consigue abrir la presa de una de las pinzas con una de sus patas y aprovecha el momento para introducir otra pata por el hueco y agarrar el trozo de choco que el cangrejo aun mantiene fuertemente asido por su otra pinza y su boca.

En estas que el cangrejo encuentra un apoyo y en un titánico esfuerzo emprende la huida con la ofiura por montera. Pero en su desesperado intento por poner pinzas en polvorosa comete el error de intentar huir por el hueco por donde salio la ofiura.

En este momento la ofiura aprovecha para agarrarse con dos de sus patas a las rocas y así poder hacer mejor palanca contra las pinzas del cangrejo con otras dos de sus cinco patas. Mientras la quinta pata le arrebata el trozo de choco al cangrejo de su boca y comienza a conducirlo directamente a su propia boca para comérselo allí mismo. Para mayor escarnio del burlador burlado.

Durante unos instantes el cangrejo intenta picotear algunas migajas del botín que acaba de perder y allí mismo comienza a comer lo que puede mientras ve como se aleja en dirección a la boca de la ofiura.

Finalmente la ofiura termina por comerse el trozo de choco y libera las patas del cangrejo del abrazo en el que las mantenía con lo que este ultimo emprende la huida con su orgullo herido y el botín arrebatado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente blog!
Saludos
Fernando Pérez-Vigo
(wintermute1969)